El envejecimiento ha sido objetivo de la manipulación genética, dietética y de fármacos para aumentar la esperanza de vida y la salud en numerosos modelos. El proceso por el que se regula el envejecimiento atañe a factores genéticos, ambientales y dietéticos (Rubinsztein, et, al., 2011). Dentro de los ambientales y dietéticos ocurre una producción de especies reactivas de oxígeno, ROS (Reactive Oxygen Species, ROS, por sus siglas en ingles) que aceleran este proceso a nivel celular. La metformina inhibe la producción de ROS y el daño al ADN (Algire, et, al., 2012), tiene un impacto inhibiendo la señalización de la proteína IRAK4 que se requiere en la activación por citocinas proinflamatorias (Valenci, et, al., 2017), disminuye los niveles de insulina y suprime la señalización mediada por mTOR resultando en inhibición de la autofagia favoreciendo el proceso antienvejecimiento (Song, et, al., 2015). De forma extracelular la metformina modifica a los receptores para citocinas, insulina y adiponectina, vías que son activadas en el envejecimiento y cuando se modulan se asocian con la longevidad (Barzilai, et, al., 2016).
Efecto antienvejecimiento de la metformina
